Un giro liberal tras meses de inestabilidad y escándalo institucional
Corea del Sur vive un cambio de rumbo tras meses de inestabilidad. Lee Jae-myung, candidato de centroizquierda y líder del Partido Democrático, ha sido elegido presidente con el 49.3% de los votos, superando al conservador Kim Moon-soo, quien obtuvo el 41.3%. La victoria de Lee pone fin a una etapa marcada por la destitución del expresidente Yoon Suk-yeol, quien fue removido por el Tribunal Constitucional tras intentar imponer la ley marcial y disolver el parlamento a finales de 2024.
La elección se celebró en un ambiente de alta participación, cercana al 80%, reflejo de la urgencia social por cerrar la crisis institucional que sacudió al país. La abrupta caída de Yoon, inhabilitado por abuso de poder, dejó a Corea del Sur sin presidente durante seis meses y sumida en protestas, incertidumbre y un debate nacional sobre el futuro de la democracia.
Lee Jae-myung, abogado de derechos humanos y exalcalde de Seongnam, asume el poder con la promesa de unir a la sociedad y evitar nuevos episodios de polarización y autoritarismo. En su primer discurso, el nuevo presidente llamó a “dejar atrás el odio y la división” y se comprometió a garantizar que “nunca más un golpe militar divida al pueblo con las armas que se le han confiado”. Su triunfo representa el regreso del bloque progresista al poder y un duro revés para el Partido del Poder Popular, aún lastrado por el intento fallido de autogolpe de Estado.
Sin embargo, la llegada de Lee no está exenta de polémica. El nuevo mandatario enfrenta procesos judiciales abiertos por presunta violación de la ley electoral y otros cargos que él califica como una “caza de brujas” orquestada por sus adversarios políticos. Pese a ello, la Comisión Nacional Electoral y sus rivales han reconocido su victoria y han hecho un llamado a la estabilidad y la reconciliación nacional.
El reto de Lee Jae-myung será mayúsculo: deberá restaurar la confianza en las instituciones, enfrentar una economía golpeada por la baja natalidad y los aranceles internacionales, y navegar el delicado equilibrio geopolítico entre Estados Unidos y China. Su mandato inicia de inmediato, sin periodo de transición, en una Corea del Sur que espera dejar atrás el caos y recuperar la normalidad democrática.
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