La entrada de remesas a México sufrió en abril una caída histórica del 12%, con un flujo de 4,761 millones de dólares, el nivel más bajo para un mes de abril desde 2012, según datos del Banco de México. Este desplome rompe con cinco años consecutivos de crecimiento y enciende las alarmas sobre la economía nacional, ya que las remesas representan un pilar para millones de hogares mexicanos.
El retroceso se da en un contexto de incertidumbre económica y endurecimiento de la política migratoria en Estados Unidos, país de origen del 97% de los envíos. Analistas atribuyen la baja al deterioro del mercado laboral estadounidense y al miedo de los migrantes a ser deportados, lo que ha reducido tanto el número de envíos como el monto promedio de cada transacción, que pasó de 403 a 385 dólares, una caída de 4.4%.
En el acumulado de enero a abril de 2025, México recibió 19,015 millones de dólares en remesas, 2.5% menos que en el mismo periodo del año pasado. El 99% de estos recursos llegó por transferencias electrónicas, mientras que los envíos en efectivo y especie representaron menos del 1% del total.
A este panorama se suma la preocupación por la posible aprobación en Estados Unidos de un impuesto del 3.5% a las remesas, impulsado por la administración de Donald Trump y ya aprobado en la Cámara de Representantes. De entrar en vigor, este gravamen podría reducir aún más el flujo de dinero hacia México y encarecer el envío formal, incentivando el uso de canales no oficiales y afectando directamente a los hogares que dependen de estos recursos.
Expertos y autoridades mexicanas advierten que el impuesto, de ser ratificado por el Senado estadounidense, podría costar a México hasta 2,600 millones de dólares anuales y afectar a más de 4 millones de familias. Mientras tanto, el uso de medios digitales y la inclusión financiera se presentan como alternativas para mitigar el impacto, pero el futuro de las remesas —y de millones de hogares— sigue dependiendo de las decisiones que se tomen en Washington.
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