Este 2 de octubre se conmemoran 57 años del Movimiento Estudiantil de 1968, una de las luchas sociales más emblemáticas del México moderno. Y aunque han pasado décadas, el grito de “¡2 de octubre no se olvida!” sigue resonando con fuerza, sobre todo entre quienes buscan justicia, verdad y memoria.
Un movimiento que despertó conciencias
El movimiento del 68 no solo fue estudiantil. También fue popular, rebelde y profundamente político. En un país donde la represión era norma, las y los jóvenes salieron a las calles a exigir libertad, democracia y alto a la violencia del Estado. ¿El precio? Uno altísimo: la noche del 2 de octubre en Tlatelolco terminó en una masacre orquestada por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
La historia se escribe… y se proyecta
Este año, la Filmoteca de la UNAM abrió al público su archivo audiovisual sobre el movimiento. Se trata de videos inéditos, grabaciones y materiales restaurados que permiten conocer de primera mano cómo se vivió ese momento histórico. Una herramienta poderosa para no dejar que nos cuenten otra historia.
El INEHRM también levanta la voz
El Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) anunció una serie de actividades para recordar el movimiento: charlas, exposiciones, proyecciones y materiales educativos que colocan al 68 como parte esencial de nuestra historia contemporánea.
¿Y qué hay del presente?
A pesar del paso del tiempo, la exigencia de justicia sigue vigente. Muchos de los responsables nunca fueron juzgados y los archivos siguen clasificados. Hoy, nuevas generaciones retoman el legado del 68 para defender derechos humanos, denunciar abusos del poder y cuestionar narrativas oficiales.
Tlatelolco: espacio de memoria
La Plaza de las Tres Culturas, donde ocurrió la tragedia, se ha convertido en símbolo de resistencia y conciencia colectiva. Cada 2 de octubre, miles acuden con veladoras, mantas y consignas. No es una fecha para celebrar, sino para exigir verdad y justicia.
Más que una efeméride
Recordar el 2 de octubre no es solo una cuestión histórica, es un acto político y social. Es mirar al pasado para entender los desafíos del presente y evitar que la represión se repita. La memoria es también una forma de resistencia.
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