En un operativo conjunto de la DEA y autoridades locales, Ismael «El Mayo» Zambada, uno de los líderes más buscados del narcotráfico mexicano, fue detenido en El Paso, Texas. Junto a él, también fue capturado Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán. La detención de ambos capos representa un golpe significativo al Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo.
La captura de Zambada, de 76 años, se llevó a cabo en un aeropuerto privado de El Paso, según reportes del semanario Zeta y confirmados por fuentes del operativo a Reuters. El Mayo Zambada, quien nunca había pisado una prisión a pesar de décadas de actividad criminal, era uno de los narcotraficantes más buscados por las autoridades estadounidenses, con una recompensa de 15 millones de dólares por su captura.
Joaquín Guzmán López, por su parte, es medio hermano de los conocidos «Chapitos» y no mantenía un conflicto directo con Zambada, a diferencia de sus hermanos Iván Archivaldo y Ovidio Guzmán. La captura de Guzmán López se realizó simultáneamente en el mismo operativo, lo que subraya la coordinación y alcance de las autoridades estadounidenses en su lucha contra el narcotráfico.
El arresto de Zambada y Guzmán López se produce en un momento crítico, ya que las autoridades estadounidenses han intensificado sus esfuerzos para combatir el tráfico de fentanilo, una droga que ha causado una crisis sanitaria en Estados Unidos con más de 100,000 muertes en el último año. En febrero, fiscales federales presentaron nuevas acusaciones contra Zambada por la fabricación y distribución de esta sustancia.
La caída de El Mayo Zambada marca el fin de una era en el narcotráfico mexicano. Su capacidad para evadir la justicia durante décadas lo convirtió en una figura casi mítica. Ahora, su captura podría tener profundas implicaciones para el futuro del Cártel de Sinaloa y el panorama del narcotráfico en México y Estados Unidos.
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