El presidente Andrés Manuel López Obrador protagonizó su último Grito de Independencia como mandatario de México, en una noche cargada de emotividad y simbolismo. Ante un Zócalo repleto, López Obrador salió al balcón de Palacio Nacional a las 11 en punto, acompañado por su esposa, para honrar a los héroes y heroínas de la Independencia. El evento se convirtió en una especie de despedida anticipada, con el presidente cerrando su arenga con un significativo «¡Viva la Cuarta Transformación!».
La multitud respondió con entusiasmo, coreando frases como «¡Es un honor estar con Obrador!» y «¡Sí se pudo, sí se pudo!». A pesar de la lluvia persistente, miles de personas permanecieron en la Plaza de la Constitución, convirtiendo la noche en una verdadera celebración popular. Carteles con mensajes de apoyo y agradecimiento al presidente se alzaban entre la multitud, reflejando el fuerte vínculo emocional entre López Obrador y sus seguidores.
Durante la ceremonia, el presidente lanzó 28 arengas, incluyendo 24 vivas y cuatro mueras. Entre los vivas destacaron aquellos dedicados a la Independencia, a los héroes nacionales, a la libertad, la igualdad, la justicia y la democracia. Los mueras fueron dirigidos a la corrupción, la avaricia, el racismo y la discriminación. Este Grito fue notable por ser el primero en al menos siete décadas donde un presidente saliente no recibió silbidos de desaprobación ni gritos de rechazo.
Un momento particularmente significativo ocurrió cuando, tras el espectáculo de pirotecnia, López Obrador volteó hacia el balcón contiguo donde se encontraba la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. El gesto de señalarse mutuamente fue interpretado como un simbólico pase de estafeta, provocando que la multitud cambiara su grito a «¡Presidenta, Presidenta!».
La noche concluyó con un mensaje de agradecimiento del presidente proyectado sobre las paredes de Palacio Nacional: «Gracias, México».
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