El bombardeo israelí de la única iglesia católica en Gaza, la Parroquia de la Sagrada Familia, ocurrido este jueves 17 de julio de 2025, ha dejado un saldo trágico de al menos cuatro muertos y varios heridos, incluyendo al párroco argentino Gabriel Romanelli. Este ataque representa un hecho grave en un contexto ya devastado por el conflicto entre Israel y Gaza, donde esta iglesia había sido hasta ahora un refugio seguro para centenares de desplazados en la Franja de Gaza. La ofensiva ha generado consternación internacional y la fuerte condena del Papa León XIV, quien ha exigido un alto al fuego inmediato y ha pedido diálogo urgente para poner fin a la violencia.
La Iglesia de la Sagrada Familia, ubicada en el norte de Gaza, sufrió daños estructurales severos tras el impacto directo de un proyectil israelí. Entre las víctimas se encuentran dos mujeres fallecidas y por lo menos siete heridos, algunos de gravedad. El párroco Gabriel Romanelli, quien mantenía comunicación diaria con el papa Francisco antes de su fallecimiento en abril, fue trasladado para recibir atención médica por las heridas sufridas. El Patriarcado Latino de Jerusalén confirmó las pérdidas humanas y expresó su cercanía espiritual con la comunidad católica local, que ha perdido uno de sus pocos espacios seguros en medio de un escenario de constante bombardeo.
El ejército israelí ha declarado estar analizando las circunstancias del ataque y lamentó el daño a la iglesia, asegurando que hacen esfuerzos por minimizar los impactos en civiles y lugares religiosos. Sin embargo, para los habitantes de Gaza y observadores internacionales, este ataque a un recinto religioso es un símbolo de la vulnerabilidad extrema que enfrentan quienes buscan refugio en sus pocos espacios intactos. En el último año, más de 800 mezquitas han sido destruidas en Gaza, lo que inferioriza aún más los lugares seguros disponibles para los desplazados.
La reacción eclesiástica y política fue rápida y contundente. El papa León XIV emitió un fuerte llamado a detener inmediatamente las hostilidades y a que todas las partes involucradas busquen el diálogo para alcanzar la paz permanente en la región. El comunicado firmado por su secretario de Estado subraya la profunda tristeza del pontífice por la pérdida de vidas y el daño ocasionado en la iglesia católica. Al mismo tiempo, líderes internacionales como la primera ministra italiana Giorgia Meloni y el ministro de Exteriores Antonio Tajani condenaron el ataque y clamaron por el fin de una violencia que ya ha cobrado decenas de miles de vidas en Gaza.
Este incidente pone en evidencia no sólo la tragedia humana que se vive en la Franja de Gaza, sino también el asedio constante sobre espacios de culto y refugio imprescindibles para la población civil local. En un territorio donde la mayoría ha perdido sus hogares y la infraestructura religiosa y social ha sido devastada, la destrucción de la única iglesia católica resalta la escalada de violencia y el estrecho margen para la protección de los derechos humanos fundamentales en la zona. El llamado del Papa y las voces internacionales demandan con urgencia un cese de hostilidades, la protección de la vida humana y la garantía del acceso a lugares seguros, en un conflicto que sigue dejando profundas heridas al tejido social y espiritual de Gaza.
Ante esta situación crítica, la comunidad internacional y las autoridades involucradas tienen la responsabilidad de intensificar los esfuerzos diplomáticos orientados a detener la guerra y proteger a la población civil, que sufre diariamente las consecuencias de un conflicto que ya no distingue espacios sagrados ni garantías básicas.
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