Estados Unidos confirmó la realización de un ataque militar letal en el Caribe contra un barco cargado con drogas proveniente de Venezuela, en una operación que dejó once personas muertas y que fue dirigida contra la banda criminal conocida como Tren de Aragua. El presidente Donald Trump señaló que el operativo fue exitoso al interceptar al buque mientras llevaba narcóticos ilegales hacia territorio estadounidense, considerado como parte de una organización «narcoterrorista» que opera en la región y representa una de las amenazas más serias a la seguridad nacional.
La acción militar, que se desarrolló en aguas internacionales, no generó bajas entre las fuerzas estadounidenses, lo que fue recalcado por Trump en sus declaraciones oficiales. El mandatario además aseguró que el ataque “debe servir como advertencia” para quienes intenten ingresar drogas a Estados Unidos, reforzando el mensaje de endurecimiento en la lucha contra el crimen organizado latinoamericano y el tráfico internacional de estupefacientes.
Como respuesta, el gobierno de Nicolás Maduro desplegó tropas en la costa y la frontera con Colombia, además de llamar a la ciudadanía a sumarse a una milicia civil ante el incremento de tensión diplomática. Autoridades venezolanas denunciaron que la ofensiva estadounidense utiliza el combate al narcotráfico como pretexto para presionar políticamente al régimen de Maduro, subrayando que sólo el 5% de la cocaína colombiana transita por territorio venezolano, según reportes internacionales.
El Pentágono y el Departamento de Estado confirmaron que Estados Unidos reforzará su presencia militar marítima frente a Venezuela. Miles de efectivos permanecerán en la zona, aunque Washington descarta por ahora incursiones terrestres. El operativo se inscribe en una estrategia de tolerancia cero ante grupos delictivos transnacionales, con el objetivo de frenar rutas claves del tráfico de drogas y responder a las crecientes alertas en materia de seguridad internacional.
Este enfrentamiento militar y sus repercusiones evidencian el clima de alta tensión en la región, así como el impacto en la agenda diplomática, la cooperación bilateral y las medidas de seguridad de ambos gobiernos frente al narcotráfico. La acción estadounidense promete influir en futuras decisiones estratégicas y mantener el enfoque sobre el combate a organizaciones criminales en el continente.
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