Taiwán fue testigo del terremoto más devastador en casi un cuarto de siglo, dejando un saldo de al menos 9 muertos, cientos de heridos y una isla en estado de alerta. El sismo, que tuvo su epicentro en la costa este de la isla, cerca de la ciudad de Hualien, alcanzó una magnitud de 7,4 según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), mientras que la agencia sismológica de Taiwán reportó una magnitud de 7,2.
El impacto del terremoto fue inmediato, con edificios derrumbados, cortes de electricidad en varias zonas y la activación de alertas de tsunami en toda la región, que posteriormente fueron levantadas. La Agencia Nacional de Bomberos de Taiwán informó que, además de los fallecidos, más de 800 personas resultaron heridas y otras 131 permanecen atrapadas. Entre las víctimas, se reportó la muerte de tres excursionistas debido a desprendimientos de rocas.
La preparación de Taiwán para enfrentar terremotos, considerada entre las más avanzadas del mundo, fue puesta a prueba. A pesar de contar con estrictas normas de construcción y una red sismológica de primer nivel, el sismo tomó por sorpresa a las autoridades, que esperaban un terremoto de magnitud relativamente leve. La respuesta de la comunidad internacional no se hizo esperar, con mensajes de solidaridad y ofertas de ayuda para los afectados.
Taiwán, ubicada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona con una alta actividad sísmica y volcánica, ha experimentado terremotos devastadores en el pasado. El último sismo letal en Hualien ocurrió en 2018, y el peor terremoto en la historia reciente de Taiwán fue en 1999, con una magnitud de 7,7 que causó más de 2.400 muertes.
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