Argentina vivió este jueves su segundo paro nacional en apenas cinco meses de gobierno de Javier Milei, en rechazo a las políticas de ajuste y reformas económicas impulsadas por el presidente libertario. La medida de fuerza de 24 horas, convocada por los principales gremios obreros, paralizó gran parte de las actividades en todo el país.
Las calles de la Ciudad de Buenos Aires amanecieron prácticamente desiertas, con escasa circulación vehicular y la mayoría de los comercios cerrados. El transporte público funcionó con servicios mínimos y los bancos no abrieron sus puertas al público. Aerolíneas Argentinas y otras compañías aéreas debieron cancelar cientos de vuelos, afectando a miles de pasajeros.
La protesta fue liderada por la Confederación General del Trabajo (CGT), las dos centrales de trabajadores CTA y otros gremios que representan a sectores clave como camioneros, metalúrgicos, bancarios y docentes. Rechazaron el «ajuste brutal» implementado por Milei, que incluyó recortes en jubilaciones, subsidios y obra pública.
«La contundencia del paro demuestra que el gobierno tiene que reconfigurar su política de ajuste que está llevando a trabajadores y trabajadoras a extremos que difícilmente se puedan recuperar», advirtió Héctor Daer, líder de la CGT.
Desde el Gobierno minimizaron el impacto de la protesta. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, calificó el paro como «de la debilidad» y aseguró que la mayoría de los argentinos estaban trabajando. Milei, por su parte, desafió a los gremios publicando una foto con una remera que decía «Yo no paro».
Mientras los sindicatos celebraron la masiva adhesión a nivel nacional, el Ejecutivo intentó restarle relevancia. No hubo incidentes graves, pero se profundizaron las diferencias en torno al rumbo económico del país.
El paro fue la mayor demostración de fuerza hasta ahora de los sectores que se oponen al programa reformista de Milei, que apunta a una reducción drástica del Estado y la desregulación de la economía para combatir la inflación y reactivar el crecimiento.
Sin embargo, las medidas han tenido un alto costo social, con un fuerte aumento de la pobreza y la caída del consumo, según datos oficiales. La huelga de este jueves dejó en evidencia la puja de poder entre el presidente y los gremios tradicionales, en una pulseada que promete más episodios de conflictividad social.
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