La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha confirmado que no tiene planes de enviar tropas a Ucrania, a pesar de las recientes declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, quien sugirió que no se debería descartar tal medida. Esta decisión llega tras una serie de advertencias por parte de Rusia, que ha señalado que cualquier intervención militar directa de la OTAN en Ucrania podría desencadenar un conflicto de mayores dimensiones.
La propuesta de Macron, que incluía la posibilidad de enviar «misiles y bombas de largo alcance» a Ucrania, ha generado un amplio debate y ha sido recibida con escepticismo por parte de varios líderes europeos y miembros de la OTAN, quienes han expresado su desacuerdo con la idea.
Estados Unidos, Reino Unido, República Checa, Polonia, Hungría, Canadá y Alemania han sido algunos de los países que rápidamente descartaron la participación directa en el conflicto, subrayando su compromiso con el apoyo a Ucrania a través de medios no militares.
La respuesta de Rusia no se hizo esperar, con el ministro de exteriores ruso, Serguéi Lavrov, criticando duramente las declaraciones de Macron y llamando a los líderes occidentales a utilizar la razón y evitar acciones que puedan escalar aún más la situación. El Kremlin ha advertido que cualquier despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania sería considerado un acto de agresión, lo que podría llevar a un enfrentamiento directo entre Rusia y la alianza militar.
A pesar de la controversia, la OTAN ha reafirmado su apoyo a Ucrania, aunque enfatizando que este se mantendrá dentro de los límites de la asistencia militar no directa, como el suministro de armamento y municiones. Este enfoque busca evitar una escalada del conflicto, manteniendo al mismo tiempo la presión sobre Rusia para encontrar una solución pacífica a la guerra en Ucrania.
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