El G20, bajo la presidencia de Brasil, está impulsando una iniciativa para establecer un impuesto mínimo global del 2% a las grandes fortunas de aproximadamente 3,000 multimillonarios en todo el mundo. Esta propuesta, presentada por el economista Gabriel Zucman, busca recaudar entre 250,000 y 300,000 millones de dólares anuales para combatir la desigualdad y financiar la transición ecológica.
La iniciativa surge en un contexto donde la riqueza de las personas más acaudaladas ha aumentado significativamente. Según un informe de la ONG Global Citizen, la fortuna de los más ricos se ha incrementado en 2,700 millones de dólares diarios desde 2020. Además, estas personas emiten, en promedio, un millón de veces más CO2 que otros seres humanos, lo que subraya la necesidad de abordar tanto la desigualdad económica como la crisis climática.
El plan propuesto por Zucman se aplicaría a fortunas superiores a los 50 millones de dólares y podría generar recursos sustanciales para enfrentar desafíos globales. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha señalado que se necesitan más de 3 billones de dólares anuales para hacer frente al cambio climático, lo que resalta la importancia de encontrar nuevas fuentes de financiamiento.
La propuesta ha ganado tracción en el G20, con Brasil liderando la discusión como parte de su presidencia del grupo. El ministro de Economía brasileño, Fernando Haddad, ha enfatizado la necesidad de cooperación internacional para evitar que los más ricos eludan los sistemas tributarios existentes. Por su parte, el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, considera este impuesto como el «tercer pilar» de un sistema de imposición tributaria mundial mínima.
Sin embargo, la implementación de este impuesto global enfrenta desafíos significativos, incluyendo la necesidad de un amplio consenso internacional y la creación de mecanismos efectivos para su aplicación. A pesar de estos obstáculos, la propuesta representa un paso importante hacia la creación de un sistema fiscal más equitativo a nivel mundial y podría tener un impacto sustancial en la lucha contra la desigualdad y el cambio climático.
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