Firulais, el perro ciclista que conquistó los corazones de Colombia

En un país donde el ciclismo es pasión y orgullo nacional, la Vuelta a Colombia Femenina vivió un momento mágico. No fue una medalla, ni una hazaña humana la que se robó la atención… fue Firulais: un perro mestizo que corrió al lado del pelotón como si llevara toda la vida entrenando con ellas.

Todo ocurrió en la segunda etapa reina de la competencia, en pleno ascenso al imponente Alto de La Línea, uno de los puntos más duros y emblemáticos del ciclismo sudamericano. Allí, entre gritos de aliento, sudor y paisajes majestuosos, apareció un perro callejero que decidió acompañar a las ciclistas. Y no fue una simple trotecita: Firulais corrió durante casi 10 kilómetros, a la par, sin detenerse, sin rendirse, como si supiera que tenía una misión.

Las imágenes fueron claras: mientras algunas corredoras bajaban el ritmo por la altitud, Firulais seguía firme, zigzagueando entre bicicletas, autos y emociones. Cruzó la meta entre aplausos, risas, lágrimas y celulares grabando. Una corredora lo acarició al terminar. Otra le dio agua. Todas lo miraron como a un compañero más. Porque eso fue: un gregario peludo que, sin medallas, nos dio una lección de espíritu.

El ciclista que no pidió nada

No tenía dorsal. No llevaba uniforme. Pero se ganó el corazón del público como ningún otro. Lo bautizaron en redes como “Firulais”, “Firubike” o “Pogacan”, y se convirtió rápidamente en un símbolo de la etapa: de ternura, esfuerzo y nobleza.

La Federación Colombiana de Ciclismo confirmó que Firulais es conocido por vecinas y vecinos de la región. Dicen que siempre corre por esas rutas, como si hubiera nacido para eso. Como si la montaña le hablara.

Un mensaje para todos

En tiempos donde el deporte de alto rendimiento suele estar marcado por contratos millonarios, escándalos y competencia feroz, Firulais vino a recordarnos lo esencial: correr por alegría, por amor, por instinto. Ser parte de algo más grande. Ser parte del equipo, aunque nadie te lo haya pedido.

A veces los héroes no tienen nombre en el dorsal, pero sí en la memoria del pueblo. Y esta vez, en la Vuelta a Colombia, el alma de la competencia la puso un perro de la calle.

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