La Unión Europea ha dado un paso firme en su estrategia de protección industrial al anunciar, este 7 de octubre, un significativo endurecimiento de los aranceles al acero. Esta medida, impulsada por la Comisión Europea desde Bruselas, busca salvaguardar un sector industrial europeo que considera estratégico frente a la creciente competencia desleal y la sobreproducción global. La propuesta, presentada por el vicepresidente de Prosperidad y Estrategia Industrial, Stéphane Séjourné, y el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, tiene como objetivo fundamental reducir a la mitad las importaciones de acero libres de aranceles y duplicar el gravamen hasta el 50% para aquellas que superen una cuota establecida, entrando en vigor a partir del 30 de junio de 2026, sustituyendo las actuales salvaguardas comerciales.
Los detalles técnicos de esta nueva política revelan una reducción del 47% en la cuota de importaciones sin arancel respecto a 2024, estableciéndola en 18.3 millones de toneladas. Superado este umbral, el arancel se elevará del 25% actual al 50%. Esta decisión responde a una década en la que la cuota europea en el mercado del acero mundial ha caído al 8%, y la capacidad de producción instalada en el continente ha disminuido al 67%. Este escenario ha provocado la pérdida de decenas de miles de empleos y ha puesto en riesgo la estabilidad de numerosas plantas acereras en todo el bloque comunitario, consolidando la necesidad de un enfoque más robusto y proteccionista.
El contexto global que enmarca esta medida es crucial. Existe un exceso estructural de producción de acero a nivel mundial, con China fabricando aproximadamente 1,000 millones de toneladas anuales, lo que representa la mitad del total global. Este volumen desmedido, a menudo subsidiado por políticas estatales, inunda los mercados internacionales con acero a precios artificialmente bajos, afectando gravemente a la industria siderúrgica europea. Países como China e India, y también del sudeste asiático, son señalados como los principales orígenes de estas importaciones abaratadas que distorsionan el comercio.
A la presión de la sobreproducción se suma la influencia de políticas comerciales de terceros países. Particularmente, los aranceles del 50% impuestos por Estados Unidos a todo el acero europeo han generado un desvío significativo de importaciones de terceros hacia la UE. Esto agrava la situación, ya que el acero que antes se destinaba a EE. UU. ahora busca entrada en el mercado comunitario, intensificando la presión sobre los productores locales. Los mayores proveedores de acero a la UE que se verán más afectados por este endurecimiento arancelario incluyen a Turquía, India, Corea del Sur, Vietnam, China, Japón, Reino Unido y Ucrania.
La Comisión Europea subraya la importancia de este sector no solo para la economía, sino también para la autonomía y la seguridad industrial del bloque. Stéphane Séjourné ha declarado que esta medida representa “un primer paso para salvar el sector siderúrgico” y sus empleos. Maros Sefcovic, por su parte, ha calificado la iniciativa como “un nuevo régimen de importación necesario para frenar la presión insostenible sobre nuestras plantas”. Ambos han coincidido en la necesidad de actuar con contundencia para mitigar los efectos de una competencia que consideran profundamente injusta.
Este giro proteccionista de Bruselas marca una clara intención de defender sus intereses económicos y laborales en un entorno de comercio global cada vez más complejo y competitivo. La Unión Europea busca con estas acciones reequilibrar la balanza comercial y asegurar la viabilidad a largo plazo de una de sus industrias fundamentales, enviando un mensaje claro sobre su determinación de salvaguardar su **producción de acero** y su autonomía industrial frente a las distorsiones del mercado internacional.
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