En un evento sin precedentes, Estados Unidos y Rusia llevaron a cabo un intercambio masivo de prisioneros que incluyó a destacados periodistas y críticos del Kremlin. Este intercambio, que involucró a 26 detenidos de siete países, marca un hito en las relaciones internacionales contemporáneas.
El intercambio, coordinado en Ankara por la Agencia Turca de Inteligencia (MIT), resultó en la liberación de Paul Whelan, ex infante de la Marina estadounidense, y Evan Gershkovich, periodista de The Wall Street Journal. Ambos habían sido detenidos en Rusia bajo acusaciones de espionaje, cargos que tanto Washington como sus familias han calificado de infundados y políticamente motivados.
Vladimir Kara-Murza, crítico del Kremlin y residente permanente en Estados Unidos, y Alsu Kurmasheva, periodista ruso-estadounidense, también fueron liberados como parte de este acuerdo. Por su parte, Rusia recibió a Vadim Krasikov, un asesino convicto que estaba bajo custodia alemana por el asesinato de un excombatiente checheno en Berlín.
El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, destacó que este intercambio fue el resultado de meses de negociaciones complejas que involucraron a múltiples países, incluyendo Alemania, Belarús y Noruega. “Desde la Guerra Fría nunca se había intercambiado un número similar de personas de esta manera y nunca, hasta donde sabemos, ha habido un intercambio que involucrara a tantos países”, afirmó Sullivan.
Este intercambio no solo subraya la importancia de la diplomacia multilateral, sino que también refleja las tensiones persistentes entre Occidente y Rusia, exacerbadas por la guerra en Ucrania. El presidente Joe Biden, quien comunicó la noticia a las familias de los liberados en la Casa Blanca, calificó el acuerdo como un logro significativo en la protección de los derechos humanos y la justicia internacional.
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