Estados Unidos interceptó e incautó un tercer buque vinculado al transporte de crudo venezolano en el mar Caribe, en un nuevo episodio de la escalada de presión del gobierno de Donald Trump contra el régimen de Nicolás Maduro. Funcionarios estadounidenses indicaron que la operación se realizó en aguas internacionales, cerca de las costas de Venezuela, como parte del bloqueo petrolero y del endurecimiento de las sanciones contra la estatal PDVSA.
De acuerdo con reportes de medios internacionales, el buque recientemente interceptado forma parte de la llamada “flota fantasma” utilizada para mover petróleo venezolano bajo banderas y compañías de fachada, buscando evadir el radar de las sanciones. Esta tercera acción se suma a la incautación previa del petrolero Skipper, el 10 de diciembre, y del supertanquero Centuries, abordado días después mientras transportaba alrededor de 1.8 millones de barriles de crudo venezolano hacia Asia, según el Departamento de Seguridad Nacional.
La Casa Blanca sostiene que estas operaciones buscan “cortar el financiamiento del narcoterrorismo y del aparato represivo de Maduro”, al impedir que Venezuela e Irán utilicen rutas encubiertas para colocar crudo en mercados como China y otros destinos. Washington argumenta que los buques incautados operaban bajo bandera falsa o en violación de sanciones, y ha ordenado que el petróleo requisado sea trasladado a puertos estadounidenses, como Houston, donde quedará bajo control de autoridades federales.
Desde Caracas, Maduro y su gobierno han calificado las incautaciones como “piratería internacional”, “piratería naval criminal” y “robo descarado”, al acusar a Estados Unidos de apropiarse ilícitamente de cargamentos de petróleo venezolano y de “secuestrar” a tripulaciones enteras. El mandatario ha denunciado que estas acciones forman parte de una “campaña de agresión para despojar a Venezuela de sus riquezas” e instruyó a su equipo a presentar denuncias ante la ONU, la Organización Marítima Internacional y otros foros multilaterales.
Como respuesta, la Armada Bolivariana ha comenzado a escoltar buques petroleros en la salida y entrada a puertos venezolanos, con el objetivo de disuadir nuevas intercepciones y garantizar la continuidad del comercio de hidrocarburos. Al mismo tiempo, Venezuela ha reforzado su acercamiento con aliados como Rusia e Irán, que han expresado respaldo político a Caracas y criticado públicamente el bloqueo petrolero y el despliegue militar estadounidense en el Caribe.
Analistas en materia energética y de seguridad advierten que la incautación de un tercer buque confirma que Estados Unidos está dispuesto a llevar al límite la presión económica, incluso a costa de elevar el riesgo de incidentes militares y choques diplomáticos de alto calibre. La ofensiva contra los petroleros se inserta en un tablero geopolítico más amplio, donde el control de las rutas de crudo, la influencia de potencias como Rusia y China y la crisis interna venezolana se entrelazan en una tensión que ya algunos comparan con una “guerra de baja intensidad en el Caribe”.



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