Un dramático escenario político se desarrolla en Honduras tras las recientes elecciones presidenciales, donde los candidatos punteros, el conservador Nasry Asfura y el centrista Salvador Nasralla, se encuentran en un virtual empate técnico, disputándose cada sufragio en una contienda sin precedentes. Este suceso, que tuvo lugar el domingo 30 de noviembre de 2025, ha sumido al país centroamericano en una tensa espera mientras el Consejo Nacional Electoral (CNE) trabaja en el escrutinio final de los votos. La importancia de esta elección radica no solo en la ajustada diferencia entre los aspirantes, sino también en el giro a la derecha que podría marcar para una de las naciones más empobrecidas y violentas de América Latina.
El conteo preliminar, que el CNE suspendió tras escrutar el 57% de las actas, reveló una mínima separación de apenas 515 votos entre Nasry Asfura, del Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal. Asfura, un empresario de la construcción y exalcalde de Tegucigalpa, quien cuenta con el apoyo explícito del expresidente estadounidense Donald Trump, acumulaba el 39.91% de los sufragios, mientras que Nasralla, un reconocido presentador de televisión, le seguía de cerca con el 39.89%. Esta situación ha generado un llamado a la calma y la paciencia por parte de la presidenta del CNE, Ana Paola Hall, quien enfatizó la necesidad de esperar el conteo de actas por contingencia y el posterior escrutinio especial antes de emitir un pronunciamiento oficial, proceso que, por ley, puede extenderse hasta 30 días.
La jornada electoral transcurrió con una notable afluencia de votantes, reflejando el interés ciudadano en el futuro del país. Sin embargo, la tensión se ha incrementado a medida que el proceso de conteo se ralentiza, incluso con reportes de la caída de la página del CNE encargada de difundir los resultados. La candidata del partido oficialista Libertad y Refundación (Libre), Rixi Moncada, se ubicó en un distante tercer lugar con el 19.16% de los votos, lo que, según analistas, proyecta un posible regreso de la derecha al poder después del gobierno de Xiomara Castro.
La injerencia externa también ha sido un factor en estas elecciones. Días antes de la votación, Donald Trump intervino públicamente para respaldar a Asfura, quien compite por la presidencia por segunda vez tras su derrota en 2021 frente a Castro. Trump, en un mensaje en su red Truth Social, advirtió sobre posibles intentos de alterar los resultados y expresó preocupación por una suspensión abrupta del conteo. Por su parte, Rixi Moncada acusó una “injerencia extranjera imperial y directa” relacionada con un posible indulto de Trump al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández.
Tanto Asfura como Nasralla han evitado declararse ganadores de manera definitiva, pidiendo a sus seguidores mantener la calma y esperar los resultados oficiales. Mientras Asfura ha manifestado confianza en que “los números hablarán por sí solos” y favorecerán al Partido Nacional en varios departamentos, Nasralla, aunque ha proyectado una victoria según sondeos internos, ha aclarado que no se declara ganador, sino que proyecta los resultados que espera ingresen al CNE. Este equilibrio de fuerzas en la contienda presidencial resalta la polarización política que vive Honduras y la importancia de cada voto a voto.
En este crucial momento para Honduras, la paciencia y la prudencia son virtudes esenciales. La ciudadanía y los actores políticos deben permitir que el Consejo Nacional Electoral complete su labor con total transparencia, garantizando la legitimidad del proceso. La resolución de este empate técnico no solo definirá al próximo líder del país, sino que también sentará un precedente sobre la solidez de sus instituciones democráticas y su capacidad para gestionar resultados ajustados en un ambiente de paz y respeto a la voluntad popular.



Deja una respuesta