Un quiebre inesperado entre el magnate tecnológico y la Casa Blanca
En un giro que sacude la política y el sector tecnológico de Estados Unidos, Elon Musk anunció su renuncia como jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) y asesor especial del presidente Donald Trump, citando profundas diferencias con la administración respecto a la política fiscal y el manejo del gasto público. La noticia fue confirmada por el propio Musk a través de su red social X, donde agradeció la oportunidad pero dejó clara su decepción con el rumbo actual del gobierno.
La ruptura se produce tras la aprobación en la Cámara de Representantes del “gran y hermoso” proyecto de ley fiscal de Trump, una iniciativa que incluye recortes de impuestos, mayor gasto en defensa y controles más estrictos a la inmigración. Musk, quien fue clave en los esfuerzos para reducir la burocracia y el gasto innecesario, criticó abiertamente el paquete legislativo, calificándolo como un “proyecto de gasto masivo” que aumenta el déficit presupuestario y socava la misión de eficiencia que él promovía desde DOGE.
En una entrevista con CBS, Musk declaró estar “francamente decepcionado” con la administración: “Me decepcionó ver el enorme proyecto de gasto, que no solo no reduce, sino que incrementa el déficit. Socava el trabajo que está haciendo el equipo de DOGE”. El empresario subrayó que, en su opinión, “un proyecto de ley puede ser grande o puede ser hermoso, pero no sé si puede ser ambas cosas”, en referencia irónica al nombre que Trump dio a la iniciativa.
Las tensiones entre Musk y Trump no son nuevas, pero se intensificaron en las últimas semanas por desacuerdos sobre la política fiscal y la estrategia arancelaria. Musk también tuvo enfrentamientos con funcionarios clave de la administración, como el asesor comercial Peter Navarro, y se mostró crítico con la guerra comercial y la falta de apertura hacia la innovación tecnológica. Además, la cercanía de Trump con Sam Altman, rival de Musk en el sector de inteligencia artificial, habría profundizado el distanciamiento personal y profesional entre ambos.
La salida de Musk marca el fin de una colaboración que, aunque breve, fue relevante en los primeros meses del nuevo mandato de Trump. El magnate agradeció públicamente al presidente y aseguró que la misión de DOGE “solo se fortalecerá con el tiempo”, pero dejó claro que su ciclo en el gobierno ha terminado. Desde la Casa Blanca, Trump evitó confrontar directamente a Musk y reiteró su respaldo al proyecto fiscal, destacando el apoyo logrado en el Congreso.
Con esta renuncia, Musk regresa a concentrarse en sus empresas tecnológicas, mientras la administración Trump enfrenta críticas por el aumento del déficit y la falta de consenso incluso entre sus antiguos aliados. El episodio deja en evidencia las fracturas internas en el equipo presidencial y anticipa nuevos debates sobre el rumbo económico de Estados Unidos.
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