Las elecciones presidenciales en Ecuador han culminado en un escenario extremadamente ajustado, donde con el 96% de las papeletas escrutadas, el presidente Daniel Noboa alcanza el 44,37% de los votos, mientras que su principal contendiente, Luisa González, registra un 43,86%, una diferencia mínima que refleja la polarización del electorado ecuatoriano.
Las encuestas previas sugerían una posible victoria de Noboa en primera vuelta, quien a sus 37 años buscaba evitar una segunda ronda electoral. Sin embargo, la contienda resultó más reñida de lo esperado, evidenciando la división de opiniones respecto a sus políticas de mano dura contra la delincuencia, implementadas en un contexto de creciente violencia relacionada con el narcotráfico durante los últimos cinco años.
El ambiente electoral se vivió con intensidad en las calles de Quito, donde los seguidores de Noboa se congregaron frente a un hotel de la capital aproximadamente una hora después del cierre de las urnas, manifestando su apoyo con caravanas y consignas que clamaban «solo una vuelta». No obstante, la celebración anticipada se disipó conforme avanzaba la noche.
Por su parte, el campamento de González mostró un ambiente festivo cerca de su sede de campaña, donde cientos de simpatizantes celebraban al ritmo de música y vítores de apoyo, coreando «¡Viva Luisa!». La candidata aprovechó el momento para dirigirse a sus seguidores con un mensaje enfocado en la paz.
En su discurso, González enfatizó que su campaña había logrado captar «el sentir de un pueblo que ha sido olvidado» y manifestó su visión de futuro declarando: «No queremos el estado de guerra, sino un estado de paz», palabras que resonaron entre sus enfervorizados partidarios.
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