En respuesta a la reciente cumbre de la OTAN celebrada en Washington para conmemorar su 75º aniversario, tanto Rusia como China han expresado su descontento y anunciado medidas en contra de la alianza atlántica. La reunión, que tuvo lugar en un contexto de crecientes tensiones geopolíticas, ha provocado una rápida reacción por parte de estas potencias.
El gobierno ruso, a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores, ha declarado que tomará medidas de represalia contra lo que considera una postura agresiva de la OTAN. Moscú ha criticado duramente la expansión de la alianza hacia el este y su creciente presencia militar cerca de las fronteras rusas, calificándola como una amenaza directa a su seguridad nacional.
Por su parte, China también ha manifestado su preocupación ante lo que percibe como una estrategia de contención por parte de la OTAN. Pekín ha advertido sobre los riesgos de una nueva Guerra Fría y ha instado a la alianza a abandonar su mentalidad de confrontación. El gigante asiático ha reiterado su compromiso con una política exterior pacífica y de cooperación.
Estos acontecimientos subrayan la creciente polarización en el escenario internacional, con la OTAN reafirmando su papel como garante de la seguridad occidental, mientras Rusia y China buscan contrarrestar su influencia. La situación plantea desafíos significativos para la estabilidad global y el futuro de las relaciones internacionales en un mundo cada vez más multipolar.
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