La situación en Haití continúa deteriorándose a un ritmo alarmante, con más de 360,000 personas desplazadas internamente debido a la escalada de violencia y la inestabilidad política que azotan al país caribeño. Este número refleja la gravedad de una crisis humanitaria que no muestra signos de mejora y que ha sido catalogada por las Naciones Unidas como una de las más severas en la región.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, Haití ha estado sumido en un caos casi constante. La falta de un liderazgo efectivo y la ausencia de elecciones han dejado un vacío de poder que ha sido explotado por bandas criminales, que ahora controlan grandes partes de la capital, Puerto Príncipe, y otras áreas del país.
La violencia exacerbada por estas bandas ha llevado a un aumento significativo en los homicidios, secuestros y violencia sexual, afectando desproporcionadamente a las mujeres y niños. Según UNICEF, al menos 170,000 de los desplazados son niños y niñas, quienes enfrentan riesgos extremos de violencia y explotación.
La situación alimentaria es igualmente desesperada. La ONU ha advertido que Haití está al borde de una hambruna, con más de un millón de personas a un paso del hambre crónica. El acceso a alimentos básicos es un desafío constante debido al control que las bandas ejercen sobre las principales rutas de transporte y distribución.
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