En un dramático giro de los acontecimientos que ha conmocionado a la comunidad internacional, Irán ha lanzado un masivo ataque con más de 200 misiles contra Israel, marcando una escalada sin precedentes en las tensiones entre ambos países y amenazando con desencadenar un conflicto regional de proporciones alarmantes. Este ataque, que se produjo en las primeras horas del domingo, representa la primera agresión directa de Irán contra territorio israelí desde la fundación del Estado judío en 1948.
El ataque iraní se considera una represalia por el reciente bombardeo israelí a la embajada de Irán en Damasco, Siria, que resultó en la muerte de varios altos comandantes de la Guardia Revolucionaria iraní. Fuentes militares israelíes informan que la mayoría de los proyectiles fueron interceptados por los sistemas de defensa aérea del país, incluyendo el avanzado sistema Iron Dome, así como con la asistencia de aliados como Estados Unidos y Reino Unido. Sin embargo, algunos misiles lograron impactar en territorio israelí, causando daños materiales y heridas leves a varios civiles.
La respuesta de Israel no se hizo esperar. El primer ministro Benjamin Netanyahu convocó una reunión de emergencia del gabinete de seguridad y declaró que Israel «se reserva el derecho a defenderse», prometiendo una respuesta contundente a la agresión iraní. Altos funcionarios israelíes han indicado que están considerando diversas opciones de represalia, que podrían incluir ataques a instalaciones nucleares y militares en Irán. Esta situación ha puesto en alerta máxima a toda la región, con países vecinos como Jordania y Líbano cerrando su espacio aéreo por precaución.
La comunidad internacional ha reaccionado con preocupación y llamados a la moderación. El Consejo de Seguridad de la ONU ha convocado una sesión de emergencia para abordar la crisis, mientras que líderes mundiales, incluyendo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, han condenado enérgicamente el ataque iraní y reafirmado su apoyo a Israel. Sin embargo, también han instado a todas las partes a ejercer la máxima contención para evitar una escalada que podría tener consecuencias catastróficas para la estabilidad de Oriente Medio.
Este intercambio de hostilidades marca un punto de inflexión en las relaciones entre Irán e Israel, que han mantenido una enemistad de décadas pero habían evitado hasta ahora un enfrentamiento directo de esta magnitud. Analistas advierten que la situación podría desembocar en una guerra regional si no se logra una desescalada rápida, con el potencial de arrastrar a otros actores como Hezbollah en Líbano, las milicias respaldadas por Irán en Siria e Irak, y posiblemente a potencias globales como Estados Unidos y Rusia. La comunidad internacional observa con aprensión, consciente de que las próximas horas y días serán cruciales para determinar si la región se sumerge en un conflicto a gran escala o si la diplomacia puede prevalecer para evitar una catástrofe humanitaria y geopolítica.
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