Los populares comediantes Ricardo Pérez y Slobotzky, conocidos por su exitoso podcast La Cotorrisa, han vuelto a colocarse en el ojo del huracán tras la difusión de una parodia que ha generado un notable descontento entre los reporteros de espectáculos en México. Este sketch, titulado “No tenemos vida”, se ha viralizado rápidamente y representa una sátira directa a los programas de farándula y a las personalidades que los conducen. La acción surge en un contexto de creciente tensión entre el dúo de comediantes y la prensa del corazón, que se intensificó tras un altercado en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) que involucró a la actriz Susana Zabaleta, pareja de Ricardo Pérez, y a varios medios de comunicación. Este incidente marcó un punto de inflexión, llevando a los estanduperos a utilizar su plataforma para responder con humor y una dosis considerable de sarcasmo, exacerbando aún más la ya ríspida relación con ciertos sectores de la prensa.
La parodia, con una duración de poco más de 13 minutos y publicada en el canal de YouTube de La Corporrisa, muestra a Ricardo Pérez y Slobotzky caracterizados como conductores de un programa de espectáculos, acompañados por otras colaboradoras. El video comienza con una advertencia que aclara que se trata de un ejercicio de sátira que utiliza notas periodísticas reales como punto de partida, pero que los datos, personajes y situaciones han sido modificados con fines humorísticos, sin intención de difamar a ninguna persona. En el desarrollo del sketch, los comediantes hacen alusiones directas a figuras prominentes del periodismo de espectáculos como Pati Chapoy, Flor Rubio y Gustavo Adolfo Infante, retomando polémicas reales y eventos reconocidos para exagerarlos en clave de comedia. Se mofan de temas como supuestas notas de accidentes, problemas de alcoholismo, o rumores de infidelidad, haciendo referencia a los escándalos en los que estas personalidades han estado envueltas.
El punto más controversial de la parodia ha sido la confirmación satírica, dentro del mismo sketch, de que fue un colaborador de La Cotorrisa, identificado como Rorri Aldana, quien se hizo pasar por periodista para supuestamente distraer a la prensa durante una entrevista con Susana Zabaleta. Este hecho fue exhibido previamente por conductoras como Joanna Vega-Biestro y Ana María Alvarado en el programa “Sale el Sol”, lo que reforzó las sospechas de una interferencia intencionada en la cobertura mediática. El sketch es una respuesta clara a las fricciones generadas en el AICM, donde Ricardo Pérez reclamó a los reporteros por acosar a Zabaleta y buscar únicamente “chismes” en lugar de enfocarse en sus proyectos profesionales.
La indignación de los reporteros de espectáculos no se ha hecho esperar, considerando la parodia como una burla directa a su labor y una forma de deslegitimar su trabajo. Sin embargo, los comediantes han defendido su postura, argumentando que su intención es utilizar el humor para cuestionar la forma en que ciertos programas abordan la vida privada de las figuras públicas. Este incidente no es el primero en el que La Cotorrisa se ve envuelta en controversias mediáticas, demostrando una línea de contenido que a menudo bordea la sátira social.
La difusión de este video ha reavivado el debate sobre los límites del humor y la libertad de expresión en la esfera pública, especialmente cuando colisionan con el ejercicio del periodismo de espectáculos. La confrontación entre figuras del entretenimiento y la prensa especializada es un fenómeno recurrente, pero la estrategia de Ricardo Pérez y Slobotzky de responder a través de la comedia ha añadido un nuevo matiz a la discusión, generando tanto apoyo de sus seguidores como críticas por parte de los afectados.
En un escenario mediático cada vez más fragmentado y polarizado, este episodio subraya la compleja dinámica entre los creadores de contenido digital y los medios tradicionales. La parodia de La Cotorrisa, más allá de la polémica, invita a una reflexión sobre la ética en el periodismo de farándula y la responsabilidad en el uso de las plataformas de difusión masiva. La estrategia de los comediantes de no quedarse callados frente a los señalamientos de la prensa refuerza la idea de que, en la era digital, las voces de las figuras públicas tienen múltiples canales para expresarse y defenderse, redefiniendo las reglas del juego en el ámbito de los espectáculos.
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