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Escándalo en Guadalajara: Público ovaciona imágenes de ‘El Mencho’

El pasado 29 de marzo, el Auditorio Telmex de Guadalajara fue escenario de una polémica que ha encendido el debate público y político en Jalisco. Durante el concierto titulado «Los Señores del Corrido», la banda regional mexicana Los Alegres del Barranco proyectó imágenes de Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho», líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), mientras interpretaban el narcocorrido «El Dueño del Palenque». Este acto generó ovaciones por parte de algunos asistentes, pero también una ola de críticas en redes sociales y declaraciones condenatorias por parte de las autoridades.

El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, expresó su rechazo contundente al evento, calificándolo como una apología del delito que contribuye a la normalización de la violencia. A través de sus redes sociales, Lemus recordó que apenas días antes había hecho un llamado a la unidad en el mismo auditorio tras los violentos sucesos ocurridos en el rancho Izaguirre. «Lo visto en el concierto va en la dirección opuesta», señaló, enfatizando la necesidad de frenar este tipo de manifestaciones.

Por su parte, la Universidad de Guadalajara, administradora del Auditorio Telmex, se deslindó del contenido proyectado durante el concierto y anunció que revisará los protocolos para evitar incidentes similares en el futuro. Sin embargo, este episodio evidencia la compleja relación entre la cultura popular y las narrativas asociadas al crimen organizado, que encuentran eco en ciertos sectores del público.

No es la primera vez que figuras como «El Mencho» son exaltadas en eventos públicos. En estados como Michoacán y Guerrero se han reportado actos similares, donde narcocorridos, pirotecnia y hasta regalos refuerzan la imagen de líderes criminales como héroes populares. Este fenómeno refleja una problemática social profunda: mientras las autoridades luchan por combatir al crimen organizado, algunos sectores parecen romantizarlo.

La controversia también reaviva el debate sobre los límites de la libertad artística frente a la responsabilidad social. Aunque los narcocorridos forman parte del folclore musical mexicano, su contenido puede ser interpretado como una glorificación de la violencia y un obstáculo para los esfuerzos por construir una sociedad más pacífica.

El caso del Auditorio Telmex subraya la necesidad urgente de establecer un equilibrio entre la expresión cultural y los valores éticos que promuevan una convivencia sana. Mientras tanto, las autoridades jaliscienses han reafirmado su compromiso para evitar que este tipo de actos se repitan en el estado.

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