En la concurrida Central de Abastos de la Ciudad de México, Jean Luxo, un haitiano de 42 años, refleja la determinación de muchos migrantes que buscan un futuro mejor. Jean, quien llegó a la capital hace dos meses, encontró empleo en una carnicería con la esperanza de juntar suficiente dinero para continuar su travesía hacia Estados Unidos.
El propietario de la carnicería, Juan José Blanco, expresa su solidaridad al brindar oportunidades laborales a migrantes como Jean, reconociendo las adversidades que enfrentan: «Créeme es muy responsable… cuando nosotros llegamos a abril ya está esperando aquí a que abramos la cortina, hace lo que tiene que hacer, es trabajador y muy responsable».
Similarmente, Ramiro Enciso, un comerciante veterano de 41 años en la Central de Abastos, ofrece empleo a Yasmani Kylan, un cubano de 33 años. Ramiro, quien también experimentó la inmigración a Estados Unidos, entiende las dificultades que enfrentan los migrantes.
«Como anduve de joven de inmigrante sé lo que se sufre», comenta Ramiro.Yasmani, que se dedicaba a la fabricación de baterías de autos en Cuba, ahora limpia cebollas en México, ganando entre 300 y 500 pesos al día.
Esta oportunidad representa para él una mejora significativa en comparación con su vida en Cuba: «Es más difícil allá en Cuba … buscar miles para poner cuatro platos de comida en una mesa», afirma.
Estas historias ilustran no solo la búsqueda de un futuro mejor por parte de los migrantes, sino también la solidaridad y el apoyo brindado por los mexicanos, que entienden y comparten la lucha de estos individuos.
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