Segunda marcha contra gentrificación inicia en paz y termina con vandalismo

El domingo 20 de julio, decenas de jóvenes y vecinos se reunieron en la Ciudad de México para participar en la segunda marcha contra la gentrificación, una protesta pacífica que buscaba llamar la atención sobre el desplazamiento de habitantes de pueblos originarios y la inaccesibilidad económica de los espacios urbanos. La movilización comenzó en la estación Fuentes Brotantes de la Línea 1 del Metrobús, en la alcaldía Tlalpan, y contó con la participación de residentes de las zonas de Fuentes Brotantes y Santa Úrsula del sur de la capital.

La marcha estuvo organizada por colectivos sociales y vecinales que han manifestado su oposición a proyectos que buscan desplazar a los habitantes históricos de las áreas, aumentando los costos de vida y alterando la dinámica comunitaria. Durante la marcha, se observó una fuerte presencia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), que intentó encapsular a los manifestantes para evitar incidentes similares a los de la primera marcha. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la situación finalmente se tornó violenta, con actos de vandalismo, pintas y destrozos en instalaciones públicas y privadas, culminando en agresiones a espacios culturales y educativos.

Uno de los incidentes más graves ocurrió al final de la marcha, en las instalaciones de la UNAM, donde el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) fue vandalizado. El recinto cultural reportó pintas, vidrios rotos y daños materiales, además del ataque a la librería Julio Torri del Centro Cultural Universitario. La UNAM condenó firmemente los hechos y anunció que presentará las denuncias correspondientes. A través de un comunicado, la universidad expresó su rechazo al uso de la violencia en cualquier forma de protesta, subrayando que estos actos atentan contra el arte, la educación y el derecho al diálogo.

A medida que avanzaba la marcha, se notó un aumento en la tensión entre los manifestantes y las autoridades, ya que los participantes argumentaron que no eran delincuentes sino ciudadanos que buscaban defender su derecho a una vivienda digna y accesible cerca de sus centros de trabajo y estudio. Antes del inicio, colectivos repartieron carteles y mensajes pidiendo evitar destrozos, aunque no lograron controlar a todos los asistentes.

La gentrificación sigue siendo un asunto crítico en la Ciudad de México, donde el encarecimiento de servicios y los proyectos inmobiliarios han comenzado a transformar barrios populares, con impactos profundos en su tejido social. La segunda marcha evidenció no solo la presión que viven los residentes, sino también la intensidad del conflicto urbano y sus tensiones sociales. La denuncia pública, la violencia, la organización vecinal y la respuesta institucional parecen ya formar parte del mismo fenómeno.

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