El cierre de precampaña de Santiago Taboada, aspirante del Frente Amplio por México a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, estuvo marcado por la inesperada presencia de migrantes haitianos. El evento, realizado en la alcaldía Gustavo A. Madero, presentó a estos migrantes ataviados con indumentaria del Partido Acción Nacional (PAN), generando una ola de especulaciones y críticas en redes sociales y medios de comunicación.
La aparición de estos migrantes, portando banderas y panfletos con la imagen de Taboada, plantea preguntas inquietantes sobre las tácticas de campaña empleadas. ¿Fue una estrategia desesperada para mostrar apoyo popular o un acto de inclusión política mal interpretado? La falta de respuesta de Taboada a estas acusaciones solo intensifica las dudas sobre la legitimidad y ética de su campaña.
Más allá de este incidente, la figura de Taboada ya estaba envuelta en controversias. Sus presuntos nexos con la corrupción inmobiliaria en la Alcaldía Benito Juárez, un bastión del PAN, han sido un punto focal de crítica. En un enfrentamiento reciente en el ITAM, un estudiante lo confrontó directamente, acusándolo de estar ligado al «Cártel Inmobiliario». Aunque algunos de los acusados en este escándalo ya están siendo procesados, la sombra de la duda sigue ensombreciendo la carrera política de Taboada.
Este último episodio con los migrantes haitianos no hace más que agravar la imagen de una campaña ya marcada por el escándalo y la polémica. La ciudadanía de la CDMX se enfrenta a un dilema: ¿es Santiago Taboada el líder que representa los valores y la integridad que merece la capital del país? A medida que avanzan las elecciones, estas cuestiones críticas seguirán siendo un punto de discusión clave entre los votantes y observadores políticos.
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