Un grupo de nueve activistas de Greenpeace México escaló este martes la emblemática Estela de Luz en la Ciudad de México, desplegando una manta gigante para exigir al gobierno mexicano la protección urgente e integral de la Selva Maya. La audaz protesta, que inició alrededor de las 5:20 de la mañana, buscó visibilizar la alarmante devastación del segundo pulmón de América y presionar a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para que actúe decisivamente ante la crisis ambiental que azota esta vital región.
Los ambientalistas, apoyados por una treintena de compañeros en la base del monumento sobre Paseo de la Reforma, ascendieron aproximadamente 70 metros para extender una lona de 27 metros de largo por 6 de ancho. El contundente mensaje: «La Selva Maya grita. SEMARNAT ¡Sálvala!», acompañado de la imagen de un jaguar (o leopardo), captó la atención de miles de transeúntes y medios de comunicación, subrayando la crítica situación de uno de los ecosistemas más importantes del país. Esta acción no violenta forma parte de la campaña “México al grito de Selva”, que busca detener la pérdida de biodiversidad y proteger este invaluable patrimonio natural.
La organización ambientalista denunció que la Selva Maya enfrenta múltiples amenazas que han provocado una deforestación acelerada. Entre las principales causas, se encuentran la expansión de la agroindustria, las mega-granjas porcícolas, así como el desarrollo desmedido de proyectos inmobiliarios, turísticos y de infraestructura ferroviaria, incluyendo el polémico Tren Maya. Carlos Samayoa, coordinador de la campaña de Greenpeace México, advirtió que en los últimos cinco años se han perdido cerca de 300 mil hectáreas de este ecosistema, una superficie equivalente a 16 veces el tamaño de la Ciudad de México.
Greenpeace enfatizó que el 87% de la deforestación vinculada directamente al Tren Maya carece de autorización legal, lo que agrava la preocupación por la falta de supervisión y control ambiental. Además, señalaron que cada día se pierden 196 hectáreas de selva, una cifra alarmante que equivale a la destrucción de 28 estadios Azteca diariamente. La organización acusó a la SEMARNAT de ser cómplice del deterioro ambiental en el sureste mexicano, al convertirse en un “aval ambiental de la devastación” y no destinar los recursos públicos necesarios para la preservación del medio ambiente.
La protesta no solo buscó la atención del gobierno federal, sino también generar conciencia pública sobre los impactos irreversibles que esta pérdida de biodiversidad está generando en acuíferos, especies endémicas y comunidades indígenas que dependen de la Selva Maya. El mensaje resonó en un momento crucial, exigiendo un plan integral de conservación que detenga la extracción de recursos y frene los permisos que amenazan con destruir selva virgen. La movilización concluyó alrededor de las 8:30 horas, con los activistas descendiendo y siendo temporalmente detenidos, enfrentando multas por su acción.
La persistente lucha de Greenpeace y otras organizaciones civiles resalta la urgencia de reevaluar las políticas de desarrollo en la región y priorizar la sostenibilidad. Es un llamado directo a las autoridades a cumplir con su deber de salvaguardar el patrimonio natural de México, antes de que los daños sean irreparables. La Selva Maya, un pulmón vital para el continente, requiere un compromiso gubernamental firme y acciones inmediatas para asegurar su supervivencia para las generaciones presentes y futuras, en un contexto donde la conciencia ambiental y la responsabilidad corporativa son más críticas que nunca.
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