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La Triple Diosa. Una revelación sobre la divinidad

La Triple Diosa. Una revelación sobre la divinidad

Sebastián Lomelí – Pluma invitada

A
mi parecer estamos acostumbrados a pensar a dios como un ser masculino. Lo imaginamos como un viejo ataviado con una toga, sandalias, llevando una barba tupida en el rostro. Es común que las personas piensen en dios como un hombre. Esto no es de extrañar si consideramos que la visión que domina en nuestras sociedades industriales y capitalistas es androcéntrica; esto quiere decir que creemos que el protagonista de la historia humana es el hombre.

La visión androcéntrica nos ha conducido a una organización social que llamamos patriarcado. Este modo de interpretar la historia coloca a los hombres y lo masculino por encima de las mujeres y lo femenino, ellos dominan y ejercen el poder. Ellas son sumisas y son oprimidas.

Pero la historia no fue así siempre. Si nos asomamos al hondo pozo del pasado descubriremos que existieron momentos importantes en la historia humana donde lo femenino no era despreciado, sino al contrario, era venerado y respetado. Los primeros vestigios que conocemos que expresan esta adoración hacia la mujer y a su poder creador son las esculturas de marfil, terracota o piedra que representan mujeres embarazadas. Estas Venus neolíticas son los vestigios más antiguos con los que contamos para conocer el antiguo culto de la Diosa.

A través de los siglos la Diosa tomó muchos aspectos y fue adorada por muchos pueblos de la tierra. Sumerios, egipcios, griegos, los pueblos originarios de México la conocieron. Pero con la aparición de los pueblos semitas en la historia y con el despliegue de su religión, la Diosa fue perseguida y maldecida, sus símbolos como la serpiente o la luna se vincularon con el poder del mal y las tinieblas. La diosa se convirtió en diablesa, en bruja.

Robert Graves, erudito de la mitología de la diosa, señalaba cómo la tradición bíblica se ocupó en desaparecerla de la faz de la tierra. En su obra Rey Jesús apunta: “En verdad, los supersticiosos atribuyen a la ineluctable venganza de la diosa el hecho de que los judíos sean en el presente quizá la más miserable de las naciones civilizadas -dispersos, sin hogar, sospechosos-; han sido los principales líderes de los movimientos religiosos contra ella, no sólo en su propio país, sino en todos los de la Diáspora. Han proclamado a Jehová único Gobernador del Universo”. La tradición bíblica que históricamente es la tradición religiosa de nuestra sociedad, nos has hecho olvidar la importancia de lo femenino.

La mitología de la diosa, extensa, rica y poderosa ha estado vinculada a eras de armonía y paz en la tierra. Miremos a nuestro alrededor y démonos cuenta de la destrucción constante de la vida en el planeta llevada a cabo por el patriarcado. Observemos cómo lo masculino se muestra violento y destructivo. Los gobiernos, precedidos en su mayoría por hombres, mantienen guerras y no tienen respeto por la naturaleza. ¿Qué hemos conseguido con esta actitud sino traer muerte al planeta Tierra? La Tierra por cierto es una mujer de acuerdo a esta mitología. Se trata entonces del hombre destruyendo a su propia madre.

Las sociedades humanas corren vertiginosamente hacia su autodestrucción, el mundo dirigido por los hombres ha sido destruido y si no cambia el rumbo de las cosas nuestra aniquilación será inevitable. El macho agresivo y violento, ha conducido al mundo hacia el abismo. Regresar a Ella, tener conciencia de la existencia de lo divino femenino solo podría traer beneficios para la humanidad. Ya lo dijo Goethe en su Fausto: “El eterno femenino nos impulsa hacia lo alto”.  

A pesar del dominio de las religiones monoteístas y patriarcales que tanto se esforzaron por borrarla de la historia, la Diosa, como la Luna, renace eternamente.

 

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