El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que fuerzas estadounidenses llevaron a cabo el primer ataque terrestre contra una instalación en Venezuela, en el marco de su campaña militar contra los cárteles de la droga y el gobierno de Nicolás Maduro. El mandatario aseguró que el objetivo fue “un muelle, ya no existe”, donde, según su versión, se cargaban embarcaciones con estupefacientes destinadas al mercado estadounidense.
Trump reveló la operación durante una reunión en Mar‑a‑Lago con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, al afirmar que hubo “una gran explosión en la zona del muelle donde cargan los barcos con droga” y que “atacamos todos los barcos y ahora atacamos la zona… ya no existe”. El presidente evitó precisar si el ataque fue ejecutado por el Ejército de Estados Unidos o por la CIA, aunque medios estadounidenses citan a funcionarios que hablan de una operación encubierta con drones de la agencia de inteligencia contra una instalación portuaria en la costa venezolana.
Días antes, en una entrevista radiofónica con el empresario John Catsimatidis, Trump ya había adelantado que su país había “aniquilado una gran instalación” vinculada al narcotráfico, descrita como una “planta de producción de drogas” desde donde salían barcos cargados de narcóticos. Funcionarios consultados por The New York Times y otros medios confirmaron que el presidente se refería a un objetivo en territorio venezolano, pero el Pentágono, el Comando Sur, la CIA y la Casa Blanca han evitado ofrecer detalles sobre la ubicación exacta, el tipo de operación o el número de bajas.
La acción marca una escalada cualitativa en la campaña de Washington contra Venezuela, que hasta ahora se había concentrado en ataques a embarcaciones en alta mar e incautaciones de petroleros en el Caribe y el Pacífico oriental. Trump sostiene que estas operaciones, dirigidas contra lo que su gobierno denomina “Cártel de los Soles”, han reducido en más de 90% el tráfico marítimo de drogas hacia Estados Unidos, y ha llegado a afirmar que “cada barco destruido salva 25 mil vidas estadounidenses”.
El gobierno de Maduro, que en comunicados previos ya había calificado las incautaciones de buques como “piratería naval criminal”, acusa ahora a Estados Unidos de violar la soberanía venezolana y de utilizar la lucha antidrogas como pretexto para una campaña de agresión orientada a controlar el petróleo del país. Caracas no ha dado aún una versión detallada sobre el ataque al muelle, pero ha denunciado ante foros internacionales que Washington incurre en “actos de guerra” y ha advertido que reforzará la vigilancia de sus costas con apoyo de aliados como Rusia.
Analistas en seguridad y derecho internacional advierten que, de confirmarse plenamente, el ataque terrestre abre una nueva fase de alto riesgo en el conflicto entre Washington y Caracas, al cruzar una línea que hasta ahora se había mantenido en operaciones marítimas y aéreas en aguas internacionales. La ausencia de información oficial detallada y la naturaleza encubierta de la operación alimentan dudas sobre la legalidad, la proporcionalidad del uso de la fuerza y el posible impacto en civiles, mientras crecen los temores a una escalada que pueda desbordar el marco de la “guerra contra las drogas” y acercar a ambos países a un escenario de confrontación abierta.



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