Tito Asfura, aliado de Trump, gana la presidencia de Honduras

El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras proclamó a Nasry “Tito” Asfura como presidente electo para el periodo 2026-2030, tras un largo y polémico escrutinio de las elecciones del 30 de noviembre, en el que se impuso por un margen mínimo al candidato liberal Salvador Nasralla. El triunfo del aspirante del Partido Nacional, respaldado públicamente por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, consolida el giro conservador en la región y abre una nueva etapa política en el país centroamericano.

Con prácticamente el 100% de las actas computadas, Asfura obtuvo alrededor de 40.2%–40.3% de los votos, frente al 39.4%–39.5% de Nasralla, mientras que la candidata del oficialista Libertad y Refundación (Libre) quedó en un distante tercer lugar. La estrecha diferencia mantuvo a Honduras en una incertidumbre de más de tres semanas, marcada por retrasos, fallas técnicas y acusaciones cruzadas de fraude, hasta que el CNE emitió finalmente su declaratoria oficial.

Asfura, empresario de la construcción y exalcalde de Tegucigalpa conocido como “Papi a la orden”, celebró la proclamación con un mensaje en la red X: “Honduras: estoy preparado para gobernar. No te voy a fallar”. El dirigente nacionalista llega a la presidencia en su tercer intento, con un discurso de “trabajo y más trabajo”, centrado en estabilidad fiscal, generación de empleo y obra de infraestructura, bajo una marca personal construida como gestor pragmático y cercano al ciudadano.

El resultado ha sido ampliamente interpretado como una victoria para Donald Trump, que intervino de forma inusual en la contienda hondureña. Durante la campaña, el presidente estadounidense expresó abiertamente su apoyo a Asfura, lo presentó como el único interlocutor viable en Tegucigalpa y llegó a amenazar con retirar la ayuda financiera si el nacionalista no resultaba ganador; además, indultó al expresidente Juan Orlando Hernández, del mismo partido, excarcelado tras una condena en EE.UU. por narcotráfico.

En contraste, Salvador Nasralla rechazó los resultados, habló de “robo” y “traición a la voluntad popular” y anunció que impugnará el proceso ante instancias nacionales e internacionales, alegando manipulación del sistema informático y de actas en zonas clave. Pese a las denuncias, el Departamento de Estado de Estados Unidos y varios gobiernos alineados con Washington han señalado que no ven pruebas creíbles para anular la elección y ya han reconocido la victoria de Asfura, llamando a una transición pacífica.

La toma de posesión está prevista para el 27 de enero de 2026 en Tegucigalpa, donde Asfura asumirá en un contexto de alta polarización, desconfianza institucional y desgaste del Partido Nacional por escándalos de corrupción y vínculos con el crimen organizado. Entre sus principales desafíos estarán la violencia, la pobreza, la migración masiva hacia Estados Unidos y la reconstrucción de la legitimidad del sistema político, ahora bajo la mirada cercana de su principal aliado, Trump, que ve en Honduras una nueva pieza estratégica en su tablero latinoamericano.

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