Asesinan a Bernardo Bravo, líder limonero que denunció extorsiones en Michoacán

La comunidad agrícola de Michoacán se encuentra de luto tras el asesinato de Bernardo Bravo Manríquez, un prominente líder limonero que valientemente denunció las persistentes extorsiones del crimen organizado en la región. El lamentable suceso ocurrió el lunes 20 de octubre de 2025 en Apatzingán, una zona crucial para la producción de cítricos en el estado. Bravo Manríquez fue hallado sin vida a bordo de su vehículo, en el camino que conduce a la comunidad de Los Tepetates. Este trágico evento subraya la peligrosa realidad que enfrentan los productores agrícolas que se atreven a levantar la voz contra la delincuencia, consolidando la preocupación sobre la seguridad y el estado de derecho en la entidad.

Las autoridades, incluyendo el gobierno municipal de Apatzingán y la Fiscalía General de Michoacán, confirmaron el hallazgo del cuerpo de Bravo Manríquez, quien presidía la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán. Su muerte genera una profunda consternación y ha provocado una ola de solidaridad hacia su familia y el sector citrícola. El empresario fue encontrado en circunstancias que apuntan a un acto violento, desencadenando una investigación para esclarecer los motivos y dar con los responsables de este crimen que sacude la tranquilidad del Valle de Apatzingán y sus alrededores.

Bernardo Bravo se había destacado por su incansable labor en la defensa de los productores de limón, exponiendo públicamente cómo las redes de extorsión afectaban gravemente a la industria. En repetidas ocasiones, manifestó que, a pesar de los esfuerzos de las autoridades federales y estatales, la situación de la extorsión no había disminuido. Sus declaraciones, en las que afirmaba que los citricultores estaban “de rodillas” ante la exigencia de pagos ilegales por parte de grupos criminales, resonaron profundamente en la opinión pública y entre los afectados, evidenciando la magnitud del desafío.

La problemática denunciada por Bravo Manríquez no se limitaba a una etapa específica, sino que abarcaba cada fase de la cadena de valor del limón: desde la producción y el empacamiento hasta el transporte y la comercialización. Esta presión constante generaba un clima de miedo y desamparo entre los productores, quienes, por temor a represalias, a menudo evitaban formalizar denuncias. El líder limonero hizo hincapié en la necesidad de acciones estratégicas que apuntaran a la detención de los líderes criminales, no solo de sus operadores, argumentando que solo así se podría desmantelar eficazmente estas redes delictivas que asfixian la economía regional.

El gobierno municipal de Apatzingán expresó su enérgica condena a este acto de violencia y manifestó su solidaridad con la familia de Bravo Manríquez, así como con todos los ciudadanos que diariamente contribuyen al desarrollo de la región. Sin embargo, este asesinato resalta la urgencia de fortalecer las estrategias de seguridad y garantizar la justicia para quienes son víctimas de la violencia y la delincuencia organizada. La pérdida de una figura tan importante y comprometida con su comunidad es un duro golpe para la lucha contra la impunidad en Michoacán.

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