Cada 15 de octubre, se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Rurales, una fecha impulsada por la ONU para reconocer a esas mujeres que, desde el campo, alimentan al mundo, conservan tradiciones y luchan diariamente por el bienestar de sus familias y comunidades.
Este día no es una celebración cualquiera: es una oportunidad para visibilizar a quienes, aún con poca atención mediática y muchas barreras sociales, han sido clave en la lucha contra la pobreza, el cambio climático y la seguridad alimentaria.
Las invisibles indispensables
En México y el mundo, las mujeres rurales trabajan la tierra, crían animales, conservan semillas, transmiten saberes y cuidan a la familia. Hacen de todo, pero reciben poco a cambio: menor acceso a tierras, créditos, servicios de salud o educación, y muchas veces son excluidas de los espacios donde se toman decisiones.
A pesar de eso, sostienen sus comunidades con sabiduría ancestral, trabajo incansable y un amor profundo por la tierra.
México: mujeres con raíces profundas
En nuestro país, las mujeres rurales representan más del 25% de la población que vive en el campo. Muchas de ellas son también mujeres indígenas, lo que las coloca en una situación de doble o triple discriminación: por ser mujeres, por su origen étnico y por su condición económica.
Sin embargo, ellas han sido motor de resistencia, de preservación cultural y de alternativas sustentables frente a la crisis ambiental y alimentaria.
¡También son defensoras!
Muchas mujeres rurales también defienden el agua, los bosques y sus territorios frente a megaproyectos, minería o despojos. Lo hacen con valentía, aún cuando eso les pone en riesgo. Son activistas ambientales, lideresas comunitarias y guardianas de la biodiversidad.
Reconocerlas no solo es un acto de justicia, es una forma de proteger el futuro de todos.
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