Trump anuncia arancel del 100% a películas de producción extranjera

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado una drástica medida económica que sacude los cimientos de la industria cinematográfica global: la imposición de un arancel del 100% a todas las películas producidas en el extranjero. Este anuncio, realizado el pasado lunes 29 de septiembre de 2025 a través de su plataforma Truth Social, marca una escalada sin precedentes en sus políticas comerciales proteccionistas, extendiéndolas ahora al ámbito cultural. La decisión amenaza con revolucionar el modelo de negocio global de Hollywood, generando una profunda incertidumbre entre los estudios que dependen en gran medida de los ingresos de taquilla internacionales y las coproducciones transfronterizas. Esta acción es vista como un intento de salvaguardar y revitalizar la producción cinematográfica dentro de Estados Unidos, un sector que Trump ha calificado de estar siendo «robado» por otras naciones.

La justificación del mandatario se centra en la percepción de que la producción cinematográfica estadounidense está perdiendo terreno frente a la competencia internacional. En sus propias palabras, el negocio cinematográfico de Estados Unidos ha sido «robado por otros países, como robarle un caramelo a un bebé». Para «resolver este problema interminable», el presidente ha declarado su intención de aplicar estas elevadas tarifas aduaneras. Sin embargo, los detalles sobre la autoridad legal que utilizará para implementar un arancel tan significativo aún no han sido esclarecidos. Tampoco se ha especificado un plazo para la entrada en vigor de estas tarifas ni si las series de televisión, un sector de producción en auge, se verán igualmente afectadas por la nueva política arancelaria.

La medida ha generado un silencio notable entre los grandes actores de la industria. Importantes estudios como Warner Bros Discovery, Comcast, Paramount Skydance y Netflix no han respondido a las solicitudes de comentarios, reflejando la cautela ante el impacto potencial. La interdependencia del modelo de Hollywood con los centros internacionales es incuestionable; solo en 2024, países como Canadá, con 5,410 millones de dólares, y el Reino Unido, con 5,910 millones de dólares, se consolidaron como polos clave de producción cinematográfica fuera de Estados Unidos. Australia y Nueva Zelanda también aportaron 2,040 millones de dólares en rodajes, evidenciando la magnitud de la producción global que ahora podría verse afectada. Este ecosistema global de producción y distribución es lo que Trump busca reconfigurar.

La propuesta no es completamente nueva. El presidente Trump ya había adelantado en mayo pasado su intención de imponer gravámenes del 100% a todas las producciones cinematográficas realizadas fuera de su país, llegando incluso a ordenar al secretario de Comercio, Howard Lutnick, que trabajara en la implementación de esta tarifa. En ese momento, Trump había expresado su deseo: «¡QUEREMOS CINE HECHO EN ESTADOS UNIDOS, OTRA VEZ!», advirtiendo que la industria cinematográfica estadounidense estaba «muriendo rápidamente». Además, ha reiterado sus críticas al gobernador de California, Gavin Newsom, señalando que el estado, hogar de Hollywood, ha sido «especialmente afectado».

La falta de claridad sobre la aplicación de estos aranceles es un punto crucial de preocupación. No se ha especificado si las tarifas se aplicarán únicamente a los filmes estrenados en salas de cine o si también afectarán a las producciones distribuidas a través de las plataformas de streaming. Analistas de la industria, como Paolo Pescatore de PP Foresight, han destacado la «demasiada incertidumbre» que rodea este anuncio. Pescatore advierte que, «tal como están las cosas, es probable que los costos aumenten y esto inevitablemente se trasladará a los consumidores». Este incremento en los costos de producción y distribución internacional podría reconfigurar la forma en que el público accede a las películas y cómo se financian los proyectos a nivel mundial.

La decisión del presidente Trump representa un punto de inflexión para el cine global. Más allá de las implicaciones económicas directas, esta política podría redefinir las estrategias de producción, financiación y distribución de contenido cinematográfico. La comunidad internacional y la propia industria en Estados Unidos ahora enfrentan un período de adaptación y reevaluación, donde la incertidumbre es la única constante. La búsqueda de un equilibrio comercial en la industria cultural podría llevar a una transformación profunda de cómo se concibe y consume el cine en el futuro, marcando un precedente en la intersección entre comercio y cultura a escala global.

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