Leyendas y mitos que hacen del maíz el alma de México
Este 29 de septiembre celebramos el Día Nacional del Maíz, ese ingrediente sagrado que no solo está en nuestras tortillas, tamales y atoles, sino también en el corazón de las leyendas más antiguas de México. Porque sí, el maíz no nació ayer… ¡fue un regalo de los dioses!
Hombres de maíz: el origen según los mayas
De acuerdo con el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, los primeros seres humanos fueron hechos de maíz. Antes, los dioses intentaron crearlos de barro y madera, pero solo el maíz logró darles fuerza, alma… y sazón. “Somos hijos del maíz”, dicen muchas comunidades, y no es metáfora: lo llevamos en la sangre y en el antojo.
El robo divino del Tonacatépetl
¿Y si te dijéramos que el maíz fue robado a los dioses? Una leyenda náhuatl cuenta que, en tiempos remotos, los alimentos estaban escondidos en el Tonacatépetl, la “Montaña de los Mantenimientos”. Los dioses intentaron abrirla sin éxito… hasta que Quetzalcóatl, en forma de hormiga negra, logró encontrar el maíz y traerlo a la humanidad. ¡Gracias, serpiente emplumada!
No es un ingrediente: es un símbolo de identidad
Más allá de ser base alimentaria, el maíz representa la vida, el tiempo, la comunidad y la memoria. Cada grano contiene siglos de historia, resistencia y cultura. Por eso, el Día Nacional del Maíz no solo es para festejar, sino para reflexionar sobre su protección frente a amenazas como los transgénicos y el olvido.
México: centro del universo… del maíz
Nuestro país es centro de origen y diversidad genética del maíz. Se estima que existen 64 razas nativas en México, adaptadas a distintas regiones y climas. Cada una tiene su propia historia, su sabor, su color… y su leyenda. En cada tortilla azul, roja, blanca o amarilla, hay un relato esperando ser contado.
Entre relatos y antojitos
Así como los pueblos antiguos contaban cómo nació el maíz, hoy nosotros contamos cómo nacimos con él: desde los “hombres de maíz” hasta las abuelitas que preparan nixtamal cada madrugada. El maíz no solo alimenta el cuerpo, también nos une como pueblo.
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