Sube a 10 la cifra de fallecidos por explosión de pipa en Iztapalapa

La tarde del miércoles 10 de septiembre, una tragedia sacudió la Calzada Ignacio Zaragoza, a la altura del Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa, Ciudad de México, con la explosión de una pipa de gas que ha cobrado la vida de al menos diez personas y dejado a decenas más heridas. Este lamentable suceso, que rápidamente generó una intensa movilización de servicios de emergencia, continúa bajo investigación, con las autoridades enfocadas en esclarecer las causas exactas y brindar apoyo a las familias afectadas. La onda expansiva del estallido alcanzó hasta 50 metros, afectando al menos a 70 personas y quemando hasta 18 vehículos.  La jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, ha reiterado el compromiso de su administración para acompañar a las víctimas y sus seres queridos en este doloroso momento, prometiendo justicia y la implementación de protocolos para prevenir futuros incidentes. 

Las primeras indagatorias de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ CDMX) han revelado que el tanque de la pipa, que transportaba 49 mil 500 litros de gas, presentó una ruptura en uno de sus casquetes tras impactar con un objeto sólido. Esta falla estructural provocó la fuga del combustible y su posterior ignición, desatando una devastadora explosión cuyas llamas alcanzaron hasta 130 metros de altura. Contrario a especulaciones iniciales, los peritajes de la fiscalía capitalina no encontraron baches ni daños preexistentes en el asfalto del lugar del siniestro. Una de las líneas de investigación principales apunta a un posible exceso de velocidad por parte del conductor del vehículo. Este tipo de accidentes subraya el riesgo inherente de las pipas independientes o clandestinas que, sin una regulación adecuada, carecen de mantenimiento, supervisión y seguros vigentes, constituyendo un peligro latente para la población en zonas urbanas densamente pobladas. 

El saldo humano de esta tragedia ha sido devastador. Inicialmente se reportaron ocho fallecimientos, cifra que ascendió a diez el 12 de septiembre, incluyendo siete hombres y tres mujeres. Entre las víctimas mortales se ha confirmado el deceso de Ana Daniela Barragán y Misael Cano Rodríguez, trabajador de la alcaldía Iztapalapa, así como Jorge Islas Flores, profesor de artes. Adicionalmente, decenas de personas resultaron lesionadas, con 54 aún hospitalizadas en diversos nosocomios como el Hospital Rubén Leñero y el Hospital Magdalena de las Salinas, mientras que 22 han sido dadas de alta. La Fundación «Michou y Mau» ha ofrecido su apoyo para el traslado de menores con quemaduras severas, de los cuales 15 permanecen hospitalizados. La magnitud de las lesiones varía, con casos que presentan quemaduras desde el 12% hasta el 100% de la superficie corporal, provocando una profunda angustia entre las familias que aguardan noticias en los hospitales. 

La comunidad de Iztapalapa ha mostrado una notable solidaridad frente a la adversidad. Vecinos y comerciantes, muchos de los cuales sufrieron pérdidas económicas significativas o vieron interrumpidas sus actividades, colaboraron con los equipos de emergencia que combatieron el incendio. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, ha visitado a los heridos y sus familias, anunciando un apoyo económico solidario para traslados y alimentación, además de la instalación de módulos de comida caliente fuera de los hospitales. La Secretaría de Salud de la Ciudad de México también ha aclarado una confusión inicial sobre el fallecimiento de Alicia Matías Teodoro, la “abuela heroína”, quien en un acto de valentía protegió a su nieta, y que, aunque en estado crítico, se encuentra con vida. Se ha puesto a disposición un número exclusivo de WhatsApp para que los afectados puedan comunicarse y recibir ayuda inmediata.

Las secuelas de la explosión no se limitan a las lesiones físicas. Expertos han señalado que este tipo de estallidos puede dejar importantes afectaciones psicológicas, incluyendo el trastorno de estrés postraumático, exacerbación de la ansiedad y la depresión, por lo que se recomienda buscar ayuda psicológica para los sobrevivientes. Incluso los animales resultaron afectados, como la perrita embarazada ‘Cereza’, que fue rescatada con quemaduras y cuyos cachorros nacieron prematuramente. Este incidente ha reavivado la discusión sobre la necesidad de fortalecer la prevención y protección ciudadana, con voces que exigen a los legisladores establecer normativas más estrictas, como horarios nocturnos obligatorios para la circulación de transporte de carga peligrosa.

En este momento de duelo y recuperación, la Ciudad de México se une en un esfuerzo colectivo para apoyar a los damnificados. La atención a las víctimas, la investigación exhaustiva para determinar responsabilidades y la implementación de medidas preventivas robustas son pasos esenciales para mitigar el impacto de esta dolorosa catástrofe y honrar la memoria de quienes perdieron la vida. La tragedia del Puente de la Concordia sirve como un crudo recordatorio de la vulnerabilidad ante la falta de regulación y la importancia de la seguridad en el transporte de sustancias peligrosas. Es imperativo que las autoridades y la sociedad trabajen de la mano para evitar que tragedias como esta se repitan, garantizando la seguridad y el bienestar de todos los habitantes.

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