El senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe Turbay falleció en la madrugada del 11 de agosto de 2025, tras permanecer más de dos meses hospitalizado debido al atentado perpetrado el 7 de junio en Bogotá. Este acto violento conmocionó a Colombia, pues representa el primer magnicidio directo contra un político relevante en más de 30 años.
El ataque ocurrió durante un evento político en Fontibón, donde un joven de 14 años disparó dos veces en la cabeza y una en la pierna al senador, dejándolo gravemente herido. Fue trasladado inicialmente a un hospital local y después a la Fundación Santa Fe, donde tras múltiples cirugías y una aparente mejoría, sufrió una hemorrágia crítica que derivó en su fallecimiento. El autor material fue detenido, y las investigaciones apuntan a una red de sicarios, aunque el autor intelectual aún no ha sido identificado. La Fiscalía ya investiga el caso como magnicidio y se han efectuado seis capturas relacionadas con el atentado.
Miguel Uribe Turbay, miembro del Partido Centro Democrático, era una figura de amplia trayectoria política, con propuestas de flexibilización del porte de armas y políticas en favor de la discapacidad. Hijo de la periodista Diana Turbay, asesinada por el cartel de Medellín, y nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala, representaba la renovación de la derecha colombiana y tenía una presencia activa en el Senado y la oposición.
La noticia de su muerte generó reacciones inmediatas de autoridades y figuras políticas. El presidente Gustavo Petro lamentó su partida y llamó a profundizar las investigaciones, incluyendo ayuda internacional para esclarecer el crimen. Expresidentes, legisladores, la ONU y la Embajada de Estados Unidos condenaron el asesinato y pidieron unidad nacional para enfrentar la violencia. El Congreso y sus compañeros en el partido calificaron a Uribe Turbay como “una luz para Colombia” y se multiplicaron los llamados a rechazar el terrorismo y defender la democracia.
El magnicidio reaviva el debate sobre la seguridad de los líderes políticos y la protección electoral en Colombia, especialmente ante el periodo de campañas para 2026. El impacto social y político es profundo, pues demuestra la vulnerabilidad de las instituciones frente a la violencia y deja en evidencia la necesidad de fortalecer mecanismos de protección y justicia.
El legado de Uribe Turbay queda vigente como recordatorio de la urgencia de paz y justicia en Colombia, invitando a una reflexión sobre el valor de la democracia y la necesidad de garantizar que el ejercicio político no sea una condena de muerte.
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