Maestros que integran la CNTE han decidido levantar su plantón en el Zócalo de la Ciudad de México después de más de 20 días de manifestaciones, pero advierten que la lucha por la unidad sindical y sus demandas sigue vigente. La noticia marca un punto importante en la agenda educativa nacional y el activismo magisterial, ya que la decisión de levantar el plantón no significa el fin del movimiento, sino la búsqueda activa de un consenso interno y la persistencia en sus exigencias ante el gobierno federal.
Este viernes 6 de junio, los docentes iniciaron la recogida de sus casas de campaña y la organización de la movilización frente a Palacio Nacional, luego de que durante la noche previa la asamblea nacional debatiera intensamente sobre la continuidad de las protestas.
La CNTE, reconocida por su activismo y presencia en la vida pública mexicana, ha mantenido por más de veinte días un plantón en el corazón político de la capital. El objetivo principal: presionar al gobierno para que atienda sus principales exigencias, entre las que destacan la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007, la eliminación de la Reforma Educativa de 2019, un aumento salarial del 100 por ciento, la reinstalación de docentes despedidos y la defensa de la justicia social y la democracia sindical. Estas demandas han sido respaldadas por miles de maestros de diferentes regiones del país, quienes han enviado representantes para confluir en el Zócalo y hacer visibles sus reclamos ante la autoridad federal.
El consenso sobre cómo proceder no ha sido fácil. Durante la noche del jueves 5 de junio, la asamblea nacional de la CNTE protagonizó intensos debates, sin llegar a un acuerdo total. La delegación de Oaxaca empujó por el levantamiento del plantón, pero el método de toma de decisiones mediante consenso ha hecho que la decisión final se postergue, buscando fortalecer la unidad interna. Finalmente, la asamblea anunció una marcha para este viernes desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo, como una forma de mantener la presión y el diálogo público con el gobierno federal. Esta movilización simultánea acompaña el proceso de desalojo de las carpas de los maestros que permanecían acampados frente a Palacio Nacional.
El conflicto entre la CNTE y las autoridades educativas ha estado en la agenda nacional desde hace meses, pero se intensificó a partir del 15 de mayo, cuando los maestros disidentes declararon una huelga nacional indefinida. Desde entonces, han realizado múltiples acciones, tanto pacíficas como de confrontación directa, incluyendo la ocupación de la sede del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en un acto que evidenció la distancia ideológica entre ambas organizaciones magisteriales. Mientras el SNTE mantuvo reuniones con la presidenta Claudia Sheinbaum y aceptó los ofrecimientos del gobierno, la CNTE radicalizó sus protestas y mantuvo firme su rechazo a cualquier acuerdo que no asegurara la atención total de sus demandas.
La situación se vuelve relevante porque, a diferencia de otros movimientos sociales, la CNTE ha demostrado una capacidad notable para mantener la presión sobre el gobierno federal, incluso en momentos de cambio político y social. El levantamiento del plantón no constituye una retirada, sino una transición hacia nuevas estrategias de lucha, donde la unidad interna y la búsqueda de consenso son prioritarios. Esta capacidad de adaptación y resistencia ha convertido a la CNTE en un actor clave en las discusiones sobre educación y derechos laborales en México.
El impacto en la vida cotidiana de la CDMX también ha sido significativo. Durante las últimas semanas, los bloqueos y manifestaciones han provocado caos vial, especialmente en puntos neurálgicos como Eje Central y la calle República de Uruguay. El regreso de los maestros a las aulas el próximo lunes anunciado por la CNTE supondrá un alivio para la movilidad urbana, aunque la organización ha dejado claro que el movimiento sigue más vigente que nunca y que mantendrán su agenda de movilizaciones hasta qu
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